FILOSOFÍA PRÁCTICA
¿Una filosofía practicada?
¿Una filosofía practicada?
¿Qué necesidad hay de añadir “práctica” a la filosofía?
Parece que necesitemos aclarar que la filosofía que nos trae entre manos es práctica y no teórica, practicada y no teorizada. Y, efectivamente, así es.
En sus orígenes la filosofía nace para dar remedio a la necesidad de conocer del hombre, a la necesidad de comprender tanto el mundo que le rodea como su propio mundo interior.La filosofía se encontraba imbricada en la cotidianeidad de la vida, respondiendo al anhelo de encontrar sabiduría.En nuestro caminar por el tiempo olvidamos la práctica para centrarnos en la teoría, en los conceptos que, encerrados en sí mismos, acaban por cristalizar la realidad.
Pero, de nuevo, la filosofía toma aire, abre las ventanas y deja pasar la luz. No se trata de abandonar las ideas, al contrario, las ideas renacen con una nueva vida que les da un pensar vivo, rico en imaginación, rico en sentimiento.
La filosofía recupera su condición de práctica, abandona la cátedra y vuelve a la calle, a la casa, a la vida de cada uno… la vida que, en realidad, nunca abandonó. Cada vez son más las personas deseosas de emprender este camino de conocimiento, no académico sino sentido. Un profundo anhelo filosófico surge de nosotros, conocernos, comprender nuestra vida y el mundo, ver nuestros límites y ampliarnos, salir de ellos o aceptarlos, ser lo que estamos llamados a ser con nuestro máximo potencial.
Abrimos este espacio como ventana que pretende dejar ver, a todos aquellos que quieran asomarse, la práctica filosófica en sus diferentes expresiones. Filosofía practicada, al fin.